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| El diario de Catherine. | |
| | Autor | Mensaje |
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Lady Lumnaris Reina del Foro~
Mensajes : 501 Reputación : 10 Fecha de inscripción : 14/11/2010 Edad : 31 Localización : Según una entidad cósmica cuántica alienígena en una dimensión espacio temporal donde el tiempo pasa muy despacio.
| Tema: El diario de Catherine. Sáb Dic 18, 2010 3:35 pm | |
| Bien, estoy escribiendo una nueva historia para presentarla a un concurso, la intentaré continuar durante las navidades. Por ahora, dejo el prólogo :3 EL DIARIO DE CATHERINE 24 de Diciembre 2010.Hoy, he vuelto a soñar con el suceso que cambio mi vida hace exactamente un año. Mi psiquiatra dice haber encontrado la solución a mis pesadillas, en la sesión que hemos tenido ésta mañana me ha sugerido -más bien ordenado- que escriba en un cuaderno todo lo que me acaeció en aquellos días... como si fuese una especie de diario. Me ha encomendado la tarea de describir con todo lujo de detalles lo que ocurrió desde que llegue a casa de mis tíos, hasta la desaparición de mi prima Alicia. A pesar de que aquello ocurrió hace 365 días, aún recuerdo su imborrable sonrisa y sus brillantes ojos azules mirándome desde algún rincón de aquella habitación en ruina. Cuando desapareció creo que me desmayé, ya que, sólo recuerdo oscuridad... oscuridad, pánico y gritos, alaridos que mis embotados oídos eran capaces de escuchar. Algo o alguien se la había llevado, la había raptado y la alejaba de mí a la fuerza o quizás... algo peor. También recuerdo aquellos pies que se arrastraban en la penumbra, el sonido de la madera roída... sólo de recordarlo siento escalofríos Desde ese mismo momento, sólo me han acompañado médicos, hospitales y distintas habitaciones que fueron cambiando a medida que me volvía "más violenta". Al final, he logrado que me adentren en una recóndita y maravillosa habitación blanca y acolchada, que está adornada con unos fluorescentes en el techo. No hay nada más, y a veces siento miedo al estar aquí sola, aún tengo la sensación de que aquello que se llevo a Alicia vendrá también a por mí, ya que en ocasiones, la imagen de mi prima es tan real que puedo vislumbrarla a través del pequeño cristal reforzado de la puerta, me mira y me señala, luego... se va. Bueno, es posible que me esté adelantando a los acontecimientos, pero no me importa, ya que, éste es el único lugar en el que puedo desahogarme. ¿La razón? Todo lo que ocurrió en aquellos fatídicos días antes del fin es “producto de mi imaginación”. Yo sé lo que vi, lo que oí, y lo que sentí, pero parece que todo eso fue una ilusión creada por una mente enferma y degenerada como la mía… | |
| | | Lumière
Mensajes : 171 Reputación : 7 Fecha de inscripción : 20/11/2010 Edad : 30 Localización : ~En El Mundo Inexistente~
| Tema: Re: El diario de Catherine. Miér Dic 22, 2010 3:38 pm | |
| Interesante :] Interesante Interesante :] Un inicio guay (: Aquí tenemos una loca (: Me gusta la forma de narrar y todo en general ;D Síguela :3 | |
| | | Lady Lumnaris Reina del Foro~
Mensajes : 501 Reputación : 10 Fecha de inscripción : 14/11/2010 Edad : 31 Localización : Según una entidad cósmica cuántica alienígena en una dimensión espacio temporal donde el tiempo pasa muy despacio.
| Tema: Re: El diario de Catherine. Jue Ene 06, 2011 8:58 pm | |
| 20 de Diciembre 2009 Día 1: La llegada. Acababa de llegar desde la universidad complutense de Madrid para pasar las vacaciones con mis tíos en una mansión rural cerca de los pirineos, por la parte de Huesca. Estaba harta de las exigencias de la ciudad, de su ajetreo y sus constantes idas y venidas. ¿La razón? Siempre he sido una chica tranquila, nacida en una ciudad pequeña al norte de Huesca, donde mis tíos habían heredado una casa de un antiguo empresario, o algo así. Bien, el hecho es que me habían invitado a pasar las navidades universitarias con ellos debido a que mi madre se encontraba de viaje de negocios, otra vez. Ya estaba nevando cuando salí de la estación de tren, busqué con la mirada el viejo 4x4 rojo de mis tíos, era un coche demasiado llamativo y además debía llevar puesto las cadenas para la nieve, así que no fue difícil encontrarlo. Una mujer con el pelo largo y rizado se asomo por la ventanilla y me hizo señas, estaba a punto de echarse a gritar, así que miré hacia ambos lados y cruce la calle corriendo. Metí las maletas en el maletero y me senté en el asiento del copiloto. Apenas unos segundos después, mi tía comenzó a bombardearme acerca del viaje, que si se me había sido muy largo, que si había dormido, que si estaba cansada, y un largo etcétera que se me acoplo en los oídos.
Alcanzamos la casa después de un rato de viaje, aunque a decir verdad para mí fue un camino demasiado corto, me dormí en cuanto salimos de la ajetreada estación, sumiéndome en el apacible sonido del motor del vehículo. Mi tía pulso un botón y se abrió una enorme verja de metal, que dio paso a un enorme jardín totalmente nevado. La imagen era espectacular. Los árboles, el tejado, el suelo, todo era de un intenso color blanco, tan brillante que casi dolía mirar. Cuando aparcó el coche con un suave rugido del motor, mi tía salió de éste y una ráfaga de aire frío me golpeo como un puñetazo en la cara al abrir la puerta, la temperatura había bajado una barbaridad desde que habíamos salido de la ciudad y al salir al frío garaje, sentí como si se me helara hasta la sangre. -¡Catherine!- Me llamo la dulce mujer cogiendo el equipaje que había dejado tirado de cualquier manera antes de entrar en el coche. Sí, es posible que penséis que es un nombre raro para una chica nacida en Huesca, pero mi abuela materna era irlandesa y se llamaba así. -Voy tía Margarita- Le respondí yo. Admiré por última vez aquella imagen, obligando a mi memoria a almacenar todo aquello para cuando volviese a la gran ciudad.
Al entrar en la enorme casona, noté rápidamente como el calor me invadía. Al fondo del pasillo se observaba una luz que brillaba apaciblemente, supuse que sería la chimenea que se veía sobresalir desde el jardín. Al entrar en aquella habitación el olor a tabaco y café se mezclaron con el de la madera quemada y ésta vez el calor me inundo completamente. Una cabeza con un espumoso cabello de color negro azabache, se giro para mirarme y me dedico la más cálida sonrisa que su rechoncha cara permitía. -¿Ésta jovencita tan guapa es mi sobrina? ¿mi universitaria?- Dijo en un intento bastante acertado de agradarme. Asentí con una tímida sonrisa y camine hasta él para abrazarlo, me acerque al fuego para calentarme las manos un poco. A continuación, mi tía me condujo hasta mi habitación, que se encontraba en la primera planta, en el ala oeste de la enorme casa. Tanto el pasillo, como las escaleras estaban repletas de retratos y fotografías; en aquel entonces supuse que serían imágenes de los anteriores dueños de la casa, de la familia que había vivido allí antes que mis tíos. No sabía cuán cerca de la verdad estaba en aquel momento. Al final del pasillo había sólo una puerta, así que aquella debía ser mi habitación. El cuarto no era demasiado grande, pero si estaba bien amueblado. Tenía una cama forrada con una funda de color rojo y un dosel que tenía unas cortinas también a juego. Además la habitación estaba repleta de estanterías con distintas novelas, al lado de la ventana estaba el armario, vacío. -Saca la ropa de la maleta y acomódate. Quiero que me cuentes como te va en la universidad- Dijo con su suave y cantarina voz. Antes de que me diera tiempo a preguntar dónde estaba la tercera integrante de la familia se deslizo por el pasillo y la escuche bajar las escaleras de forma pesada. Deje las maletas dónde las había posicionado mi tía y me tendí sobre la cama, era suave y mullida, y me invitaba a dormir hasta el día siguiente, pero tenía que investigar el resto de la casa y los alrededores, aunque rodeada de bosque y con el frío glacial que hacía fuera, tenía pensado dejar aquella montaña para la mañana siguiente. Me puse un sedoso y cálido pijama y almacene de forma ordenada toda la ropa que llevaba en mis valijas. Observe mi cuarto por última vez y llamé a mi madre por teléfono. Había visitado Barcelona y estaría unos días en la ciudad tramitando los detalles del traslado de algunas obras de arte de su galería. Me alegre por ella y le desee suerte, prometiendo llamarla al día siguiente. Cuando acabe de hablar me deslice por el pasillo en silencio, contemplando los inertes cuerpos que me miraban a través de aquellos marcos. Baje las escaleras y volví al enorme salón. Mi tío dejo de mirar la televisión y me dejo un hueco en el sofá, mientras me aclaraba que mi tía estaba preparando algo de comer, ya que, el viaje debía de haberme dejado hambrienta, y a decir verdad… era completamente cierto. Tenía un gusanillo que se había ido agrandando a medida que entraba en calor. Cenamos mirando la televisión y hablando acerca de mi viaje, la universidad y mil cosas más, ya que Margarita tenía la capacidad de saltar de un tema a otro con una soltura impecable. Finalmente llego mi turno de preguntar. -¿Dónde está Alicia?- Pregunte. -Aún no ha terminado las clases, finaliza el martes veintidós. Ya está en su último año antes de la universidad- -¿Qué piensa hacer?- -Dice que quiere hacer periodismo e investigación. Cuando se entere de la historia de la vieja y destartalada casa que se encuentra un par de kilómetros arriba no la veremos por casa hasta que nos vayamos- -¿Qué historia?- Quizás nunca debí haber preguntado, quizás aquel dicho de que la curiosidad mató al gato era cierto, pero en ese momento no lo sabía. De haberlo sabido, jamás habría iniciado aquella aventura que nos depararía un final tan trágico. -¿También te interesa?- -Claro- -Bien. Hace varios años, en la antigua casa del cerro vivía un joven apuesto y con mucho dinero, dicen que fueron muchas las doncellas que llegaban a aquella casa y todas ellas caían prendadas del encanto inglés de aquel apuesto galán. Una noche, una doncella de tez más blanca, que la nieve que rodeaba la casa, llego a aquella mansión pidiendo alojamiento y ésta vez, el que se prendo fue él. A pesar de que a penas bajaba a la ciudad, en cuanto ella llego perdió todo el contacto con la civilización, de aquella casa sólo salían los criados y cada vez con menos frecuencia. Finalmente la casa cerró sus puertas y nadie más volvió a salir de allí… Jamás. -¿Y qué paso?- Pregunte imaginándome la escena. Aquella enorme casa de la que ahora sólo quedaban algunos pedazos debió haber sido la envidia del lugar. En verano y primavera debió haber tenido un amplio jardín repleto de flores y en invierno el manto de nieve y la chimenea debían de darle un toque hogareño a aquella inhóspita montaña. Imagine como la doncella con la tez blanca y un largo velo cubriéndole la cara entraba en aquella enorme casa y él joven y apuesto propietario se prendaba de ella, la cortejaba y al final ambos se marchaban para vivir felices para siempre… Sí, me equivocaba, me equivocaba en muchos sentidos, ya que, nunca hubo un final feliz, de hecho… creo que nunca hubo un final, pero de nuevo me adelanto a los acontecimientos, así que retomaré el hilo. -No se sabe.- Respondió finalmente. -Puede que se marcharan a algún lugar en el que pudieran vivir en paz sin los molestos cotilleos de los conocidos de la ciudad- en ese instante, pensé en el bullicio que se debió haber montado cuando los conocidos, amigos o familiares se enteraron de la aparición de una dama tan hermosa en la ciudad que hasta el mismísimo propietario, de aquella ahora lúgubre casa, se había prendado. Mi tío siguió hablando- … o que simplemente- sentí una extraña presión en el pecho. -¿O qué?- -O que se enfermasen y muriesen, o que desapareciesen. Son muchos los finales que corren en la leyenda. Mi tía comenzó a realizar ciertos sonidos con la boca para que aquel buen hombre dejase de hablar, pero o bien no se entero o bien no quiso enterarse. Finalmente Margarita no tuvo más remedio que hacer uso de la artillería pesada. Me miro y suspiro. -Termina de comer cielo, es hora de que te acuestes… debes estar muy cansada por culpa del viaje- -No yo…- Comencé, pero fue inútil. Margarita, a pesar de su nombre era la hermana mayor de mi madre, y ambas parecían cortadas por el mismo patrón, ambas tenían el mismo carácter, así que preferí callarme y terminar de comer. Cuando sentí que iba a reventar me levante de la forma más educada que pude, recogí mis platos y me despedí de mis tíos. Volví a mi habitación imitando el recorrido que había hecho antes y cogí mi cepillo de dientes y algunos otros utensilios que necesitaba antes de dormir. Finalmente, regrese al cuarto con el sabor a menta en el paladar, me metí en la cama y apague la luz, esa noche fue la más dulce. Aún recuerdo como la luz de las estrellas se reflejaba en la nieve y entraba por mi ventana, que tenía una de las cortinas echada hacia un lado, el agradable calor de las sabanas del pirineo, del edredón nórdico… y aquel sueño. El sueño de la doncella de tez blanca y un apuesto galán que la cortejaba, que la llevaba de picnic, que luego la llevaba a mirar las estrellas y que al final, y tras muchos intentos ella le prestaba la atención que se merecía. Y así me dormí, entre brillantes luces, cálidas sábanas y besos apasionados en el mirador.
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| Tema: Re: El diario de Catherine. | |
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